domingo, 12 de julio de 2009

El Tango en La Matanza






“Barrio de tango, luna y misterio;
calles lejanas, ¿dónde estaran?
Viejos amigos que hoy ni recuerdo,
¿qué se habrán hecho, donde estaran?”

“Barrio de Tango”. Autores: Homero Manzi, Anibal Troilo



Dedicado a los maestros Antonio Maggio y Aminto Vidal.



INTRODUCCION

El tango y el partido de la Matanza están muy estrechamente relacionados, ya que, la población matancera, en su afán de distracción y creación, se expreso por medio de este estilo musical, ya sea en la composición, el canto o el baile, centrándose este ultimo en la numerosa cantidad de instituciones sociales y recreativas que prosperaron en los distintos barrios y localidades, y cuya función era saldar las necesidades sociales y recreativas de la población, muy humilde económicamente y con poco o nulo acceso a la capital federal.
Pero... ¿como habría llegado el tango a nuestros pagos?. La Matanza era una zona de campiña, con grandes chacras (algunas fundadas en los primeros días de la colonia como la “Estancia del Pino” en Virrey del Pino y “Los Tapiales” en Tapiales), guachos y un ambiente rural.
Estas características, propias de la identidad matancera y de su historia, nada tienen que ver con el origen del tango, el cual surgió en el corazón del arrabal: en los suburbios porteños, en plena ciudad. Según varios autores, es en la zona de Parque Patricios (en donde se encontraban los antiguos corrales), en Barracas y en La Boca en donde se dio el nacimiento del tango.

I - EL TANGO LLEGA A LA MATANZA


Terminando el siglo XIX el presidente Julio A. Roca y su vice Francisco Madero deciden mudar el matadero municipal que se ubicaba en Parque de los Patricios hasta su actual ubicación, por el alto grado de urbanismo que había alcanzado la zona, y los inconvenientes que este ocasionaba. Este traslado, movilizo gran numero de fabricas, comercios y trabajadores relacionados con este sector, quienes se fueron instalando y dando vida así a varios de los barrios de nuestro partido. Pero en este traslado no solo vinieron seberos, talabarteros y carniceros. También se instalo con ellos sus costumbres: la cultura “arrabalera”.
Dice Ernesto Sabato en su libro “Tango, discusión y clave”:
“Los millones de inmigrantes que se precipitaron sobre este país en menos de cien años, no solo engendraron esos dos atributos del nuevo argentino que son el resentimiento y la tristeza, sino que prepararon el advenimiento del fenómeno mas original del Plata: el tango”
Explica Marcelino S. Román: “Con las tropas de carretas viajaban las guitarras, las canciones caminaban de un lugar a otro, se producía la interpenetración de elementos dinámicos de la vida criolla y la cultura popular a través de distintos medios, urbanos y rurales, pero con el lógico predominio de la influencia campesina cuando la mayor parte del país residía en las campañas. Por la huella de las carretas andaba también la voz del payador”.
Nuestra zona fue netamente payadoril, pero la inmigración, el traslado del matadero y el posterior asentamiento de industrias en la zona, y la urbanización que esto trajo aparejado, van desplazando al payador que empezaba a acercar los primeros tangos (considerándose que también el Tango era folklórico) por los conjuntos típicos tangueros.

II – LOS BOLICHES

Siendo esta zona lugar de paso al interior, y posteriormente a los mataderos, se fueron abriendo en distintos puntos taperas y boliches que con el tiempo se fueron haciendo famosos (parada obligada de arrieros y vecinos). Los naipes, el alcohol, el juego, el cuchillo, ambientaban un solo lugar: el boliche.
Existieron numerosos boliches en esta zona, que se fueron asentando en distintos puntos estratégicos del pago. La mayoría, se erguían camino a los mataderos, en donde los arrieros paraban a descansar y tomarse una que otra copita (La avenida Campana, hoy Crovara, era paso a pie de vacunos que se dirigían al Matadero). En la Tablada (lugar en donde se encontraban los mataderos ovinos) encontrábamos el famoso bar / almacen “El Peligro”. Este se ubicaba en la calle Campana y camino de cintura. Su dueño fue don José Memeo.

Escribía Elías Carpena:
“Entre San Justo y Tablada,
al pasar por EL PELIGRO
la policía montada
detiene a Marcos Ríos”

Otra famosa parada era la almacén de los Montero, en Camino de Cintura y Av. Provincias Unidas, de la cual hoy solo queda una palmera con una placa recordatoria.
Sobre la misma Crovara (ex Campana, ex De las Tropillas) entre las vías y el camino de Cintura, se encontraba el Almacén de “La Imagen”, boliche llamado así por la imagen de la virgen que allí se encontraba.
Por otra parte, la gran oleada inmigratoria masculina, que se instala en esta zona, incentiva la existencia de prostibulos como el que se ubicaba en la esquina de Campana y Circunvalación (hoy Av. Gral. Paz y Crovara), pegado a la fabrica Jabón Federal, lugar de encuentro entre compadritos, vecinos y trabajadores de las fabricas de sebo de la zona y del mismo matadero. Allí era cita fija de cantantes, bailarines y músicos. Escribía Geno Díaz en su libro “La Cueva del Chancho”:

“... y se permitía dar algunos lujos como el de tomar los sábados por la noche el colectivo azul y negro numero 40 en Parque Patricios, acudiendo en busca de un rato de solaz y esparcimiento a los prostibulos de la Avenida Campana, junto a la fabrica de jabón...”

Este lugar poseía un gran bar, parrillas, habitaciones para el ejercicio de la prostitucion y un salón central con escenario, en el cual se efectuaban distintos espectáculos musicales y danzantes.
Los guapos y malevos empezaron a aparecer en la zona, tiñendo de rojo sangre la tierra y la noche.

“Que habrán hecho los maleantes de Fortín Matanza!. Aunque los patrulleros iban en una marcha demasiado lenta, no se detuvieron”.
Elías Carpena, Fortín Matanza.

Así fueron apareciendo los callejones de la muerte, lugares lúgubres que eran depositarios de cuerpos sin vida, tal vez resultado de una venganza, un atraco o una simple pelea. Sobre la Av. Campana (hoy Crovara) a la altura de la calle Bolivia se encontraba el Callejón de la muerte, arboleda oscura que servia de deposito fúnebre a los asesinos de la zona, o a los muchos muertos resultado de alguna que otra pelea (muy común en las noches) que se efectuaban en el cabaret pegado al Jabón Federal.
Camino de Cintura también poseía estas características al caer el telón de la noche:


Para derribar a un hombre
nunca se hallo mejor sitio.
EL camino de Cintura
Se esconde oscuro y propicio”.


III - EL TANGO EN EL AMBIENTE FAMILIAR


Por otra parte existía también el tango en el ambiente familiar. En los recién nacidos barrios, los primeros años, a falta de salones y lugares de encuentro, los bailes fueron realizados en carpas o cerramientos de arpillera, que se construían en lotes vacíos, o directamente en ranchos con piso de tierra, en los cuales, cuando el polvo comenzaba a subir, se paraba el baile, se mojaba la pista con agua... y se continuaba bailando. Así nacieron lugares legendarios como “La cueva del chancho”, “El rancho dela Cambicha”, entre otros. Las instituciones que fueron apareciendo, en su mayoría clubes deportivos y recreativos, sociedades de fomento, etc, realizaban gran numero de bailes y encuentros familiares, los cuales eran amenizados por orquestas en vivo, las cuales en gran parte venían triunfando en las radios de capital federal (recordemos la importancia social que ocupada la radio durante el siglo XX hasta la aparición del televisor) y realizaban giras por el gran buenos aires. Pero aparte de estas orquestas, cada barrio había formado la suya propia, ya que era común en esos tiempos que algún integrante de las familias se dedicara al estudio de la música ya sea la guitarra, el bandoneón, etc. Estos músicos, se fueron agrupando y formaron orquestas típicas que fomentaron el tango en todos los barrios matanceros y dieron origen así a grandes bailarines, cantantes y músicos.
Los clubes contrataban números de tango para los bailes (que se realizaban con orquesta en vivo) y principalmente para los carnavales. Los números contratados, firmaban un contrato con la institución, en el cual se establecía el monto a cobrar y los porcentajes sobre las ganancias (cuando el artista poseía fama en los medios). Las poblaciones matanceras, no solo asistía a estos espectáculos, sino que estaban atentos a que club o institución realizaba los bailes mejor organizados o con números artísticos mas destacados. Estos eventos categorizaban a las instituciones logrando una feroz competencia entre ellas, por la convocatoria de mayor cantidad de gente.
En estos bailes los vecinos y las parejas se reunía para bailar o simplemente para relacionarse. Uno de los bailarines que dio sus primeros pasos tangueros en un carnaval de su barrio cuando apenas había cumplido los 12 años, se llamaba Jorge Martín Orcaizaguirre, pero gracias a ser un gran jugador de bochas fue apodado y conocido como Virulazo. A los 18 años se lucía en las pistas de los clubes Defensores de la Tablada, Juvencia de Tapiales, Almafuerte y Nueva Chicago.
En 1988 con música de Raúl Garello y letra de Horacio Ferrer , nace el tango homenaje a Virulazo “Che, gomina”:

“Satanás lo engendró pa' bailarín
y un pintún infernal le acomodó,
como nació engominao
los de su barrio de zinc
lo bautizaron Gomina, no más”.


Otro tanguero que se destaco, Manuel O. Campoamor, autor de grandes éxitos como: “Mi capitán”, “La franela”, y “Gallo viejo”, entre otros, vivió en la Matanza y tuvo como trabajo ser jefe de la mesa de entradas de la Intendencia municipal.
Si hablamos de San Justo, no podemos dejar de nombrar al peta y educador Pedro Palacios “Almafuerte”, nacido en San Justo en 1854, quien escribiera “Milongas porteñas”, y autor de los versos que dieron letra a una de las primeras canciones del dúo Gardel – Razzano “A mi madre”:

“Con los amigos que el oro me produjo,
las horas con afán pasaba yo,
y de mi bolsa, el poderoso influjo;
todos gozaban de esplendente lujo
pero mi madre, no.”

Gardel, también había grabado tangos del colombiano Carasquilla Mallarino, quien vivió y murió en San Justo.
Gardel y Corsini, interpretaron varias veces sus tangos en los clubes de la Tablada y San Justo.
En Villa Madero vivía el compositor Carlos Acosta, autor del tango “Al pibe lo tengo yo”:

“Lo que yo voy a decirte sé que no te importa nada,
pero yo se que algún día esto lo vas a pensar:
Estas rodeada de lujos de alhajas y mil pavadas
pa mi lo perdiste todo cuando dejaste el hogar.
Te marearon con el lujo que yo no pude ofrecerte,
pués al irte de mi casa, olvidaste lo mejor
podrás bañarte en el oro, que a vos te ayude la suerte,
pero al pibe, che fayuta, al pibe lo tengo yo!”.


Por otra parte, Alfonso Jesús Duran, mas conocido como Jorge “Ropero” Duran, nacido en 1924, excelente cantor popular, dejo de existir en la ciudad de Ramos Mejia, en 1989, a raíz de un enfisema pulmonar.


IV – EL MALEVO MUÑOZ

Carlos Muñoz y Perez, el Malevo Muñoz, o Carlos de la Púa como el mismo prefirió llamarse en la tapa de su libro “La crencha engrasada”, es el autor de la obra máxima del lunfardo.

Escribía Enrique Cadicamo sobre este autor:

“Gomia del malandra, desprecias a la yuta,
tu poesía es la rante y filosa garlopa
que cepilla en el sándalo de la musa de lopa
pa darnos su florida y enrulada viruta”


En su libro poético, no solo pinta escenas y lugares del Buenos Aires de antaño, sino que también ilustra la vida de malevos, putas y personajes típicos de la calle y los bares.
Uno de ellos, Langalay, termino sus días en el barrio de Villa Madero.

“Langalay – Carlos de la Púa”

Vivió sacándole punta al coraje.
Prepotente y cabrero,
Le gustaba clasificar a los puntos del reaje,
Y a los que no sabían guapear
Les ponía cero.

Conocía el santo y seña del cuchiyo,
Usaba taco alto
Y escupía por el colmillo.

Del cogote, como un esculapio,
Le colgaba un prontuario
De avería.
(Al barrio de las Ranas hizo temblar con sus macanas).

Hoy el progreso lo empujo para Villa Madero.
Una mina con cancha le saco las virutas de cabrero
Y el amor al hijo lo hizo amainar.

Solo conserva de recuerdo un suncho
Grabado en marimba de un plenario
Con estas ocho letras bravas:
Langalay.


Podemos leer en el libro “EL TANGO A TRAVES DEL TIEMPO” del autor Jorge SARELI:

“Hacia 1880 Buenos Aires era una gran aldea que presumía de ciudad
cosmopolita, de Paris sud americana, de Nueva York latina. Las
orillas habitadas por gente pobre y frecuentadas por maleantes,
estaban en lugares que hoy se considera puro centro. Carros y chatas
llegan del interior y se detienen en las plazas y alrededores. Carros
y cuarteadores acampan en las vecindades de lugares divertidos; entre
llegada y partida hay días de reposo que llenan con mate, baile y
chinas. Burdeles y pulperías son frecuentadas por ellos y por gente
de avería: hombres dispuestos a todo, matones, guardaespaldas,
corredores de "cuadreras", Marínos, soldados, guitarreros, chinas
cuarteleras y de las otras, toda la morenada y to la gringada. En la
plaza de Miserere se detenían las farnosas carretas de Langalay. Los
carreteros vestían pantalón corto y calzaban alpargatas bordadas que
adornaban con grandes moños colorados. Ellos solían cantar una
espléndida compadrada que compusieron, o que alguien compuso en
su lugar. La cantaban con ritmo de milonga y decía así:

”Soy carrero de la Aduana,
de la tropa e Langalay;
tengo una chata de cola
que solo le falta hablar.
En el corso de las flores
no la dejaron dentrar,
porque de fijo mi chata
el premio se iba a sacar".

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